Pasarse el día sin hacer nada, a veces se siente bien, evitando el trabajo o escapando de la actividad física. Todos hemos tenido esos días. Pero, ¿por qué algunas personas son mucho más perezosas que otras? ¿Existe un gen del sedentarismo que provoca comportamientos perezosos? La evolución ha moldeado nuestros cerebros y cuerpos para responder positivamente a las recompensas naturales como la comida, el sexo e incluso el ejercicio. Sí, el placer que experimentamos proviene en su mayoría del sistema de dopamina en nuestro cerebro, que transmite estos mensajes por todo el cuerpo, lo que ayuda a garantizar la supervivencia de nuestra especie.
Para muchos, el placer derivado del ejercicio puede volverse tan adictivo como la comida y el sexo. Pero mientras que todos queremos más comida y sexo, muchos luchan con el deseo de actividad física, a pesar de que es una parte esencial de la biología humana. Científicos que estudian ratones han encontrado una interesante conexión genética. Después de separar a los ratones en dos grupos, aquellos que elegían correr en sus ruedas con más frecuencia y aquellos que decidían no correr tanto, la diferencia era clara en sus descendientes. Después de 10 generaciones, los ratones corredores corrían en sus ruedas un 75% más que el otro grupo. Y a las 16 generaciones, estaban corriendo 7 millas al día, en comparación con las 4 millas promedio.
Este estudio demostró que la motivación para la actividad física puede ser genética. Heredamos genes de nuestros padres que desempeñan un papel clave en el desarrollo de nuestros cerebros, y estos genes pueden hacer que algunos literalmente anhelen la actividad. De hecho, los cerebros de los ratones corredores tenían sistemas de dopamina más grandes y regiones que se ocupan de la motivación y la recompensa. Necesitaban la actividad, de lo contrario, sus cerebros reaccionaban de manera similar a un roedor adicto a la cocaína o la nicotina. Eran genéticamente adictos a correr.
También heredamos genes responsables de nuestros otros rasgos, desde la impulsividad hasta la procrastinación, la ética en el trabajo y la flojera total. Resulta que nuestra pereza física puede estar relacionada con un gen couch potato o más bien una mutación en un gen normal que regula los niveles de actividad. Este gen es responsable de un tipo de receptor de dopamina, y sin él, es más probable que prefieras sentarte y hacer menos que aquellos que tienen el gen que funciona correctamente.
Entonces, la verdad es que tu deseo de actividad puede no ser completamente tuyo, pero también hay muchos factores ambientales en juego, lo que significa que no estás condenado a una vida de pereza. Aunque hacer un cambio será más difícil para algunos, el conocimiento es poder. Así que si crees que eres genéticamente perezoso, levántate del sofá y lucha contra tu ADN. Tu cerebro te recompensará al final.