Dejé Portugal: Mi Experiencia en el Exterior

Les presento una historia personal de hace cuatro años cuando mi esposo y yo decidimos viajar a Portugal por primera vez. Aterrizamos en Lisboa y con un coche alquilado exploramos el Norte y el Sur durante tres semanas. Quedamos enamorados de este país; sus paisajes hermosos, su gente amigable, su comida increíble y, por supuesto, el vino.

Desde entonces, hemos hablado mucho sobre la posibilidad de mudarnos a Portugal algún día. Siempre he tenido la fascinación de vivir en el extranjero, sumergirme por completo en un lugar donde no conozco el idioma ni a nadie. Parecía la aventura más emocionante, y sabía que enriquecería mi vida de muchas maneras.

El sueño de vivir en Portugal

Un día, mientras investigaba sobre Portugal, encontré historias de personas que habían dejado su vida en Estados Unidos para mudarse allí. Me adentré en esa búsqueda y comencé a hacer una lista de los requisitos para obtener una visa a largo plazo. Nuestro sueño distante de mudarnos se convirtió en una meta natural hacia la cual trabajar.

Decidimos no contratar a un abogado o empresa para ayudarnos con toda la burocracia, así que pasamos meses investigando bancos, buscando alquileres, llenando formularios y reduciendo nuestras pertenencias para hacer posible este cambio. Fue un desafío, pero ahora puedo decir con confianza que fue uno de los momentos más emocionantes de nuestras vidas.

Nada es más gratificante que tener un gran sueño y trabajar para alcanzarlo. Y es aún mejor cuando lo haces con la persona que amas. Cuando obtuvimos la aprobación de nuestras visas, sentimos que todo estaba en su lugar. El arduo trabajo había valido la pena y teníamos una gran aventura por delante.

La experiencia de vivir en Portugal

Desde que nos mudamos, no he hablado mucho sobre la experiencia de vivir en Portugal. Me he estado enfocando en disfrutar el día a día. Pero ahora, al reflexionar, puedo decir que durante los primeros meses, despertaba sin poder creer que vivíamos aquí.

Aunque no quiero romantizarlo demasiado, este país ha superado nuestras expectativas. Casi todos los que hemos conocido han sido increíblemente amables y serviciales. La calidad de vida es asequible y nos encanta el pequeño pueblo en el que vivimos.

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Ahora que mi portugués está mejorando, he notado que mi experiencia se ha enriquecido enormemente. Comienzo a hablar en portugués y, cuando me quedo atascada, la gente amablemente cambia al inglés para comunicarse. A menudo, me dicen que puedo practicar el portugués con ellos si quiero. Esto confirma mi creencia de que lo que hace especial a un lugar no es solo la ubicación, sino las personas. La calidez y amabilidad de los lugareños han marcado la diferencia.

Nuestras mayores aventuras no han sido solo descubrir castillos y ciudades cercanas, sino también descubrir cómo usar la lavadora por primera vez o encontrar el mejor lugar para comer en el pueblo.

Una vida nueva

Nuestros momentos más felices han sido disfrutar de cenas en los restaurantes más increíbles, así como de comidas caseras con amigos a las dos de la madrugada. Las experiencias más simples han sido nuestra mayor fuente de alegría y aventura.

Por supuesto, se puede encontrar esto en cualquier lugar, pero el hecho de que sucediera en Portugal hizo que pareciera un sueño hecho realidad.

Razones para marchar

A pesar de que no teníamos planes de cuánto tiempo íbamos a quedarnos aquí, nuestra historia en Portugal ha llegado a su fin. Hace unas semanas, mi esposo recibió una oferta de trabajo increíble en Hawái, lo que nos llevó a enfrentar un gran dilema. Nos costó mucho trabajo llegar hasta aquí, vendimos casi todo lo que teníamos, viajamos al otro lado del mundo con nuestros perros… ¿era suficiente razón para renunciar a esta gran oportunidad?

No hay una respuesta correcta o incorrecta, solo podemos tomar la mejor decisión posible y esperar que todo salga bien. Después de muchas conversaciones, en este momento de nuestras vidas, tomar la oferta de trabajo se convirtió en una prioridad. Empacamos nuestras cosas una vez más, nos despedimos de nuestros amigos y partimos. Aunque participé en esta decisión, me sentí devastada por tener que irme.

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La despedida de Portugal

Mirando por la ventana del avión en nuestro regreso a Estados Unidos, esperaba que las lágrimas inundaran mis ojos. Pero, sorprendentemente, una intensa sensación de gratitud me invadió. ¿Qué tan afortunados éramos de tener la oportunidad de vivir en el extranjero, de conocer a personas de buen corazón y hacer amigos para toda la vida en tan poco tiempo? ¿De disfrutar de comida deliciosa y vivir en un pueblo pesquero que parece un cuadro? Aunque fue breve, no dimos nada por sentado. Empacamos tantas experiencias en esos meses, ¡y tal vez eso es más que suficiente!

Como si el universo estuviera observando todo esto, abrí la primera página de una revista de viajes y encontré un mensaje en letras grandes: «No llores porque se haya acabado. Sonríe porque sucedió».

Creo de todo corazón que algún día volveremos y retomaremos donde lo dejamos. Lo que es aún más loco es que lo haría todo de nuevo sin dudarlo. La vida está hecha para ser explorada, descubierta y experimentada.

Si nunca abandonamos la comodidad de lo familiar, si tememos el cambio o lo que hay al otro lado del riesgo, nunca conoceremos a las personas que estamos destinados a conocer, ni experimentaremos momentos que nos conmoverán profundamente. No sabremos qué nos tiene la vida guardado. Así que espero que se atrevan, digan sí a la aventura y persigan sus sueños. No saben cuánto durará, pero tal vez eso no importa, porque cada momento será valioso.

 

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