¿Cuándo fue la última vez que te desenchufaste por completo, te sumergiste en el silencio de la noche, te maravillaste con las estrellas y te reconectaste con tus seres queridos? Mi cuñada nos regaló un viaje de glamping para el cumpleaños de mi esposo y estábamos emocionados.
Era nuestra primera experiencia de glamping, así que empacamos lo esencial, incluso nuestros perros, y nos dirigimos al oeste. ¿Estás emocionado/a? A solo 30 minutos en auto desde nuestra casa, nos sentimos como si estuviéramos escapando a un mundo completamente diferente. Los campamentos eran hermosos, rodeados de árboles frutales y exuberantes plantas tropicales, y estábamos a solo unos pasos del océano.
Finalmente, llegamos y estamos explorando un poco mientras intentamos hacer el check-in. Hay una fila. Estuvimos en uno de esas tiendas elevadas, básicamente una tienda de campaña elegante con su propia ducha al aire libre, lavabo e instalaciones modernas. Para mí, esto era lo mejor de ambos mundos: la oportunidad de conectarme con la naturaleza con la comodidad de un hotel.
Recién terminamos de desempacar, así que vamos a explorar el área. Ni siquiera hemos tenido la oportunidad de hacerlo. Con mi señal telefónica débil y Wi-Fi, ambos decidimos ignorar nuestros teléfonos y concentrarnos por completo en el momento presente.
Debo admitir que, al principio, me sentí inquieta al no tener mi teléfono para depender de las aplicaciones, buscar información o verificar si alguien intentaba comunicarse conmigo. Pero sabía que todo esto estaba en mi cabeza y tenía razón; nadie intentaba llamar. Después de superar el obstáculo inicial, sentí una calma que no había experimentado en años.
Me había desvinculado de todas las distracciones de la rutina diaria y me quedé solo con lo que más valoro: tener conversaciones largas hasta altas horas de la noche, jugar y abrazar a mis perros, estar en el océano y, por supuesto, admirar las estrellas. No creo haber visto nunca un cielo nocturno tan claro y vibrante como esa noche. Fue pura magia.
De alguna manera, siento que estar ocupado siempre ha sido mi distracción. Siempre pensé que tener más cosas en mi agenda significaba que estaba más comprometido, pero me di cuenta de cuánto me equivocaba.
Tener tiempo libre y mentalidad para disfrutar de los momentos pequeños se siente como un lujo en el mundo moderno, porque el tiempo es realmente el bien más preciado. No estamos diseñados para desplazarnos sin sentido o tener experiencias bidimensionales, y para aquellos que siempre están corriendo hacia adelante, es fácil dejarse atrapar por este mundo moderno acelerado y frenético.
Pero, ¿hacia dónde estamos todos tratando de llegar? En palabras de Lao Tzu, «la naturaleza no se apresura, y sin embargo todo se logra».
Tengo un miedo irracional al agua profunda, pero no cuando estoy en un kayak. Me encanta estar aquí fuera, y creo que es porque todo es tan claro. Por alguna razón, eso me hace sentir mejor. Estar en la naturaleza con mi familia, con lo esencial y con muy poca conexión con el resto del mundo, me recordó que necesito muy poco para ser feliz.
Sí, el mundo acelerado puede ser muy distractor y puede alejarnos aún más de lo que realmente importa. Pero si puedo encontrar la manera de volver al núcleo de lo que soy y de lo que valoro, creo que estaré bien. Este viaje de campamento me recordó eso. Fue el recordatorio que necesitaba para reconocer que todo lo que tiene valor está aquí, justo frente a mí.
