En el frío, nuestros labios se secan antes e instintivamente nos lamemos más la boca, pero eso solo brinda un alivio temporal y en realidad solo hará que nuestros labios se sequen aún más. La saliva se evapora rápidamente y contiene muchas enzimas que son demasiado gruesas para la piel sensible de los labios. Aquellos cuyos dientes son sensibles pueden experimentar dolores de muelas agudos y punzantes con más frecuencia en el invierno, cuando hace mucho frío.
¿Nuestra piel necesita un cuidado diferente en invierno? En invierno, incluso aquellos que no tienen este tipo de problema pueden experimentar picazón y enrojecimiento debido a la sequedad de la piel. El cuidado adecuado de nuestra piel en esta época del año requiere una mayor atención y una rutina completamente diferente, como en verano
Adelgazamos más rápido con el frío, pero cuidemos nuestra piel
La buena noticia para las personas que hacen dieta es que los entrenamientos al aire libre en invierno pueden ayudarlos a alcanzar su objetivo antes. Esto se debe a que nuestro cuerpo produce calor para adaptarse al frío, lo que requiere energía extra. Sin embargo, aquellos que se preocupan por la firmeza y la juventud de su piel deben saber que su piel es más vulnerable, sensible y propensa a las arrugas durante el invierno. Esto se debe a que la humedad del aire disminuye durante los meses más fríos, lo que hace que la piel se seque más fácilmente, por lo que debemos prestar especial atención a la hidratación, no solo en la cara, sino en todo el cuerpo.
Protege la luz de nuestros ojos también.
El frío también puede afectar a nuestros ojos, porque usamos gafas de sol con mucha menos frecuencia, a pesar de que la radiación UV no desaparece. Además, en invierno, el aire seco y el viento facilitan mucho que la fina capa lagrimal que protege los ojos se evapore, provocando que el ojo se seque y se vuelva mucho más sensible. De todos modos, la deshidratación puede afectar a todo el cuerpo: en invierno tenemos menos sed y, como resultado, muchas personas beben menos líquidos de los que deberían, aunque las necesidades de líquidos del cuerpo no disminuyan.