Por supuesto, tener menos cosas y eliminar el exceso de mi vida significa que tengo menos cosas que limpiar y que mi espacio se siente más amplio, pero los verdaderos beneficios van mucho más allá de eso. En este artículo, quiero compartir los tres principales beneficios de vivir un estilo de vida minimalista.
Más libertad de tiempo y dinero
Gracias a ser un consumidor más consciente, he descubierto lo increíblemente mucho que puedo ahorrar de manera pasiva. Sin embargo, no se trata solo del dinero en mi cuenta de ahorros, sino del hecho de que ahora puedo redirigir el tiempo y el dinero hacia cosas que realmente me traen alegría y valor. El año pasado, pude hacer ajustes en mi trabajo y negociar trabajar solo medio tiempo, incluso si eso significaba reducir significativamente mi ingreso.
Esto no hubiera sido posible si hubiera mantenido los mismos hábitos de consumo de antes. Tuve que preguntarme si estoy trabajando tan duro solo para pagar mis cuentas, o si estoy trabajando para alcanzar un propósito mayor. ¿Realmente estoy trabajando para mí mismo en esas 40 horas semanales? Estas preguntas me dieron perspectiva sobre mis verdaderas necesidades y deseos, y me hicieron darme cuenta de cuánto realmente necesitaba para tener una vida feliz y plena.
Más control y autenticidad
Estoy realmente agradecida con mi esposo y con mi jefe por ser lo suficientemente flexibles como para adaptarse a mis horarios, pero esto nunca hubiera sido posible si no hubiera estado dispuesta a ajustar mi estilo de vida para obtener algo más grandioso. Para mí, la libertad significa vivir mi versión de una vida modesta mientras puedo mantenerla haciendo lo que amo. La libertad es poder vivir una vida sencilla, libre de deudas, preocupaciones financieras y cargas. La libertad es poder definirme a mí misma sin que las posesiones materiales determinen mi valía. Esto es lo que el estilo de vida minimalista realmente me ha enseñado.
Mente y hogar despejados
Cuando mi hogar estaba lleno de desorden, vivía en un constante estado de estrés y agotamiento. Todo el desorden físico y mental exigía constantemente mi atención y dificultaba en gran medida mi capacidad de concentración, ya que sentía que estaba siendo tirada en muchas direcciones. Había tantas cosas que no sabía qué hacer con ellas: cables aleatorios que tal vez necesitaría algún día, ropa con etiquetas aún puestas, recibos y documentos viejos «por si acaso» necesitaba devolver algo. Tanto en mi espacio físico como en mi mente, estos objetos ocupaban un espacio innecesario. Desde que incorporé la rutina de despejar mi hogar, he notado que mi mente también está menos llena de indecisiones, preocupaciones y pensamientos negativos. Nuestro espacio físico puede ser una representación de nuestro estado mental, y cada objeto que decido eliminar de mi hogar también es una forma de organizar mi mente.
Mi hogar ahora es un lugar que disfruto mucho más porque elegí mantener solo aquellos objetos que son realmente especiales para mí. Sé que esto también es un reflejo de mi estado mental. Desde que incorporé la rutina de despejar mi hogar, he notado que mi mente está menos llena de indecisiones, preocupaciones y pensamientos negativos. Nuestro espacio físico puede ser una representación de nuestro estado mental, y con cada objeto que decido eliminar de mi hogar, también organizo mi mente.
Una filosofía para una vida más intencional
El minimalismo no se trata solo de deshacerse del desorden o de tener una cantidad determinada de objetos en nuestros armarios, o de vivir en un hogar perfectamente limpio. Es verdaderamente un estilo de vida, una filosofía que podemos aplicar en nuestro día a día. Creo que experimentaremos plenamente los beneficios cuando decidamos abrazar este estilo de vida.