Desde hace miles de años, las personas han practicado la meditación para mejorar su bienestar espiritual, emocional y físico. Pero, ¿cómo afecta realmente la meditación a nuestro cuerpo desde una perspectiva científica? Todo comienza en el cerebro.
Efectos en el cerebro
Durante la meditación, el cerebro experimenta un aumento en la actividad en regiones relacionadas con la disminución de la ansiedad y la depresión, así como un aumento en la tolerancia al dolor. La llamada red del modo por defecto se activa cuando la mente está en reposo y no se enfoca en el mundo exterior, mejorando la memoria, la autoconciencia y el establecimiento de metas.
Empatía y ondas cerebrales
Estudios comparativos entre monjes budistas y principiantes en meditación mostraron que la región del cerebro asociada con la empatía es más pronunciada en los monjes. La meditación también cambia literalmente las ondas cerebrales, y se ha observado que los meditadores tienen niveles más altos de ondas alfa, que reducen los sentimientos de malestar, tensión, tristeza y enojo.
Cambios en la estructura cerebral y el cuerpo
La meditación también produce cambios físicos en el cerebro. Después de ocho semanas de un programa de meditación, se encontró que la materia gris era más densa en áreas asociadas con el aprendizaje, la memoria, el procesamiento y la regulación de las emociones. Además, la amígdala, encargada del estrés, la presión arterial y el miedo, presentó una disminución en la materia gris.
A nivel corporal, la meditación disminuye la presión arterial y aumenta la variabilidad de la frecuencia cardíaca, lo cual es beneficioso para transportar adecuadamente el oxígeno y el dióxido de carbono.
Fortaleciendo el sistema inmunológico
En un estudio donde tanto meditadores como no meditadores fueron infectados con el virus de la gripe, los meditadores produjeron un mayor número de anticuerpos y mostraron una mayor función inmunológica.
Efectos a nivel celular y en la salud general
La meditación incluso produce cambios a nivel celular. Los telómeros, complejos proteicos que protegen los cromosomas y reducen el daño al ADN y la muerte celular, son más largos en los meditadores. Una longitud más corta de los telómeros se ha relacionado con enfermedades como enfermedades cardiovasculares, diabetes, Alzheimer y cáncer.
Incluso los sobrevivientes de cáncer que completaron un programa de meditación mostraron un aumento significativo en la longitud de sus telómeros. Se cree que la intervención psicológica, especialmente la reducción del estrés, tiene un efecto directo sobre la enzima telomerasa, que contrarresta el acortamiento al agregar ADN a los telómeros en contracción.
Por supuesto, la meditación no debe sustituir otras recomendaciones médicas ni un estilo de vida saludable. No pretendemos que la meditación cure el cáncer, pero al igual que ir al gimnasio fortalece los músculos y mejora la salud en general, parece que la meditación puede ser una forma de ejercitar el cerebro con beneficios adicionales para la salud.